25 de abril de 2016

Carta de A. Montoya

Arturo Montoya
Arturo Montoya

Escritor, poeta y docente, nació en Lima en 1874, y estudió en el colegio Guadalupe, posteriormente ingresaría a la Universidad Mayor de San Marcos.

Además de su labor como docente y autor de libros, colabora en diarios limeños publicando artículos y poesías. Fallece en mayo de 1942.

Hace un tiempo atrás, un amigo coleccionista me mostró un documento redactado a máquina de escribir, con correcciones hechas con tinta, era el borrador de una carta escrita por Arturo Montoya para ser publicada en "El Comercio", y está relacionada con la guerra del Pacífico.

El motivo de la carta parece ser un debate anterior sobre Alfonso Ugarte y la batalla de Arica, ya que el tema central de la carta, como se puede apreciar, es señalar que nunca se encontraron los restos ni el uniforme de Ugarte.

Parece que Montoya desconoce que el cadáver de Ugarte si fue encontrado, fue llevado a Lima y enterrado inicialmente en el mausoleo que mandó construir su madre.

El autor recuerda algunos hechos de su niñez, en la que conoció a algunos militares que participaron en la guerra, así menciona a los oficiales Barrenecha y Silva, y termina señalando un proyecto de libro sobre la guerra con Chile que desconocemos haya sido publicado.

A continuación la transcripción del documento:

"Lima, a 29 de junio de 1927
Sr. Director de El Comercio.

Mui señor mío:
En 1880, era yo un arrapiezo de seis años. Vivía, con mi familia, en Barranca, pueblo del distrito de su nombre, de la provincia de Chancai, donde, en la villa de Arnedo, hoi pueblo de Chancai, el virrei Conde de Nieva iba a fundar una Universidad émula de la de Salamanca.

A fines de dicho año, llegaron al pueblo de Barranca, tropas comandadas por el cojo Barrenechea, bravo coronel de nuestro ejército, quien, al ser tomado prisionero en Chorrillos, por los chilenos, clavó las espuelas en los ijares del caballo que montaba y que un roto tenía de la brida, lanzó a su aprehensor al suelo i escapó de sus manos, en medio de la estupefacción del enemigo i de una granizada de proyectiles.

Los oficiales de esas tropas conversaban conmigo, i hasta el mismo coronel Barrenechea, con anuencia de mi padre, me hizo, riendo, su ayudante, al ver mi entusiasmo infantil por comunicar sus órdenes para el alojamiento de sus soldados.

Recuerdo que entre la oficialidad se hablaba siempre de las últimas batallas i se recordaban, con emoción patriótica, los hechos gloriosos llevados a cabo por los peruanos. Yo oía con la boca abierta el relato de tantas hazañas.

Uno de esos narradores decía que la opulenta madre de ALFONSO UGARTE HABÍA OFRECIDO, SIN ÉXITO, UNA FUERTE SUMA DE DINERO, PARA QUE SIQUIERA LE LLEVASEN LAS PRENDAS MILITARES DE SU HEROICO HIJO.

Después del desastre de Miraflores, pasaron los restos de las huestes peruanas por el mismo pueblo de Barranca; iban a rehacerse en la serranía para continuar la resistencia. Entonces conocí al general Silva i a su hijo Pedro, enfermo de terciana, quienes marchaban en busca de la hermosa muerte que tuvo el primero en la batalla de Huamachuco, Pues bien los oficiales repetían la versión aquélla.

Cuando entraron los chilenos en el mencionado pueblo, los propios enemigos de la patria, plenos de asombro, comentaban la portentosa hazaña de Ugarte.

Si no se pudo conseguir ninguna prenda del uniforme que vestía el valeroso jefe del batallón Iquique N° 1, el memorable 7 de junio de 1880, precisamente a raíz del asalto de Arica, a pesar de la gruesa suma ofrecida i de la codicia araucana, prenda que se hubiese obtenido, si el cadáver de Ugarte se hubiera encontrado entre las víctimas del Morro legendario, es evidente que espoleó a su corcel de guerra, como Barrenechea en Chorrillos, i que se lanzó al abismo, como Cahuide en Sacsahuamán.

Sé también que hubo alguien a quien el general Cáceres reprendió ásperamente por haber perdido una caballada antes de la batalla de Huamachuco. ¡Cuántas cosas conozco de la guerra con Chile! Ya les daré a luz en un libro que tengo en cierne, aunque me atraiga nuevos odios, como me aconteció, hace años, al escribir acerca del paso del Malecón, después de la batalla de Chorrillos; pero, en cambio, tendré el gran contento de dar a conocer nombres dignos del mármol i del bronce.

Ugarte se precipitó al mar, envuelto en su bandera inmaculada, antes que la manchasen manos cubiertas por lodo de las pasiones más abyectas.

Atento i S.S.
Arturo Montoya"


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Saludos
Jonatan Saona

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