16 de agosto de 2015

Carta desde Punta Arenas

Punta Arenas, siglo XIX

Carta chilena desde Punta Arenas

"Punta Arenas, Agosto 29 de 1879.

Como supongo que por el vapor alemán Sakkarah ha llegado a esa la noticia de que a la salida de esta colonia de dicho vapor se encontró con la corbeta peruana Unión, i de que la ansiedad causada en ustedes por esta noticia ha de ser mucha, a fin de tranquilizarlos les haré una verídica relación de lo ocurrido en ésta con la inesperada visita que tuvimos.

Empiezo, pues, desde el primer momento. 
A las 8 A.M. del 16 de Agosto se avistó un humo como a 35 millas al Sur. Una hora después salía para Valparaiso el vapor alemán Sakkarah, de la Compañía Kosmos.

Serían las 11.30 cuando el Sakkarah se encontró al frente de Agua Fresca con un vapor que traía la proa hacia la colonia. Un disparo de cañón hecho por el buque que venía, obligó al vapor alemán a acercársele, i pudimos distinguir, a favor de los anteojos, que el que así llamaba era buque peruano, pues la gran bandera que levantó nos permitió conocer sus colores.

Ambos buques permanecieron juntos por espacio de una i media horas, después de lo cual el alemán continuó su rumbo al Sur hasta perderse de vista. 

El buque peruano siguió su marcha bastante lenta, i pocos momentos después puso la proa a Agua Fresca, acercándose bastante a la punta Santa María, a fin de reconocer aquella ensenada. Tanto desde la colonia como de ese lugar pudo verse que el buque misterioso enarbolaba bandera francesa.

Continuando su viaje i alejándose bastante de la costa hizo rumbo a este fondeadero, donde largó su ancla a las 2 P.M., manteniendo siempre la bandera francesa. 

El gobernador marítimo, que había ido al pontón Kate Kellok para disponer algún trabajo, se vino a tierra dejando en el pontón a un marinero. 

Un bote del buque francés fué echado al agua i se dirijió al pontón, pero cuando enfrentaba por la popa de éste, la corbeta arrió la bandera tricolor, quedando sin ninguna. El bote abordó el pontón, de donde estrajeron al marinero de guardia, llevándolo al buque de guerra.

El mismo bote abordó la goleta americana Rescue i el cúter oriental Rayo que tenían sus respectivas banderas izadas. Dos marineros (orientales) que se encontraban en el Rayo fueron llevados también al buque de guerra. 

Aunque no se hubiera visto por la mañana la bandera, cuando llamó el vapor alemán, no habría cabido duda ninguna que era un buque enemigo, por su aspecto sospechoso. La corbeta estaba pintada de plomo claro; sus cañones todos en batería i los palos mayores i mesana mochos. Solo el trinquete conservaba sus masteleros i vergas, i las cofas todas cubiertas. Un buque de nación amiga como es la francesa, cuya bandera enarboló, no podía presentarse en son de combate ¿Qué objeto se proponía con tanto misterio?

En fin, a las 3.30 salió en un bote de tierra el señor cónsul inglés i a las 4 atracaba al costado del buque. En este momento subía al pico de mesana la bandera del Perú. 

Para nosotros, este juego de banderas no nos llamaba la atención. Desde el primer momento conocimos a la corbeta Unión, pues hace algunos años la tuvimos aquí bastante tiempo. 

En el momento en que el señor cónsul de S.M.B. subía a bordo, la tripulación de un bote de la Unión recorría i examinaba el pontón nacional Kate Kellok. 

En tierra, la tropa de guarnición estaba ya en la playa para repeler cualquier desembarco que intentaran los peruanos.

Debe notarse que los marineros estraidos del Kate Kellok i del Rayo, fueron apresados por la tripulación de un buque que había mantenido izada la bandera francesa i que si bien es cierto que en el momento del apresamiento la arrió, también es verdad que no levantó ninguna otra, sino mucho después, para recibir al cónsul inglés.

Durante esa noche i el siguiente dia embarcó todo el carbón que pudo que se encontraba a bordo del pontón. 

En la noche del 16 pudo bajar a tierra el cónsul inglés, pues el fuerte viento que reinó le había impedido hacerlo mas temprano. 

Comunicó al gobernador que el jefe de la división, señor García i García, le había asegurado i empeñado su palabra de honor de que no molestaría la colonia i respetaría todas las embarcaciones si le daban o le vendía el comercio unos pocos víveres frescos que necesitaba para los oficiales, pero que en caso contrario, no dejaría ninguna embarcación i mandaría jente a tierra a proporcionarse los 
víveres, i que si esa jente fuese atacada, rompería los fuegos sobre la colonia hasta reducirla a cenizas. 

La contestación del señor gobernador fué digna de todos conceptos. Por intermedio del cónsul inglés, señor Reynard, le hizo saber al jefe peruano que no teniendo con que protejer las embarcaciones podría hacer con ellas lo que quisiera, pero en cuanto a poner el pié en tierra no lo consentiría ni por un momento. 

Trasmitida esta contestación al señor García i Carcía, se contentó con decir: «Está bien: yo sé lo que debo hacer.» 
Esto pasó el 16 en la noche, ya tarde.

El domingo 17, habiendo vuelto a bordo el señor Reynard, habló con el jefe del buque, a nombre de los comerciantes estranjeros, i por toda contestación obtuvo un plazo de dos horas para que accedieran a su pedido, en la intelijencia de que trascurrido este término enviaría jente a tierra para procurarse lo que necesitaba i al primer disparo que partiera contra la embarcación bombardearía el pueblo en protección de su jente. El señor Reynard nos ha referido que la artillería del buque estaba dispuesta i con 17 tiros cada pieza (14 cañones de 70 en las baterías i 4 menores sobre cubierta.)

Al tener conocimiento de semejante resolución, el comercio de la colonia, que todo es estranjero, solicitó del señor gobernador que le permitiera dar al buque esas insignificantes cosas afin de salvar a todo un pueblo de las desgracias i miserias a que quedaría reducido por un bombardeo que, bajo el pretesto de que se atacaba a los peruanos, el buque efectuaría, dándole el carácter de protección a los suyos. 

Muchas mas consideraciones se espusieron en favor del proyecto, para vencer la resistencia que por su parte oponía el señor gobernador i al fin pudo obtenerse que dicho señor consintiera en ello, exijiendo como condición indispensable que el jefe peruano diera su palabra de honor de no ofender el pontón i las embarcaciones chilenas en la colonia; a lo que se comprometió aquel solemnemente.

Todas las familias habían abandonado la colonia internándose al monte, lleno de nieve, con la ropa puesta, pues el plazo de dos horas era angustiado. En la población no se veían mas que los hombres; todas las casas i establecimientos estaban cerrados, i hacia un frío espantoso, pues el hielo cubría todo el piso. 

En fin, concedido el permiso por la autoridad, muchas familias pudieron volver a ocupar sus habitaciones. Otras alojaron en la montaña, sufriendo el terrible frío de esta estación. 

Al siguiente día (18) como a la 1 P.M., la Unión se movió del fondeadero en dirección al Sur. La seguimos de vista hasta que se nos perdió en el horizonte. 

En resumen, el jefe peruano cumplió su palabra respetando la población i las embarcaciones, incluso el pontón fiscal Kate Kellok.

Los marineros apresados fueron desembarcados en el bote del cónsul. 

Es digna de alabanza la conducta del señor Gobernador en esta difícil emerjencia. Sin embargo, no han faltado algunas personas que hayan censurado esa conducta, censura que consideramos injusta, pues la autoridad, antes que atender a intereses individuales, atendió a los jenerales de la localidad.

¿Qué seria hoi Punta Arenas si el bombardeo hubiera tenido efecto?¡Cuántas desgraciadas familias se encontrarían en estos momentos viviendo a toda intemperie, sin recursos, i espuestas a la inclemencia i dureza de esta estación! 
¡Cuántas habrían sucumbido ya de frío, de hambre i de miseria!"


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Saludos
Jonatan Saona

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